domingo, 30 de noviembre de 2008

Fragmenteando


"...Cuando íbamos a penetrar en el interior del caserío donde se hallaban las esculturas y pinturas de Basterrechea, se nos acercó un viejo baserritarra . Oteiza le saludó en euskera, con efusión. El hombre dio unas cuantas precisiones sobre el tiempo y las cosechas, con ese tono pesimista que gustan de emplear nuestros campesinos, y después se alejó, danba, danba, hacia una huerta cercana.
Una vez dentro del caserío-estudio, Oteiza nos fue mostrando todas las esculturas de Basterrechea, comentándolas de una en una, detenidamente. Hablaba con entusiamo de la última evolución de este gran artista, que le ha llevado a su actual etapa cosmogónica.
Por cierto que, en compañía del propio Oteiza, visité hace ya unos años, aquí en San Sebastián, una exposición del pintor guipuzcoano Cabanas Erausquin, la primera que hacía tras su prolongado período americano. Recuerdo que toda la obra que traía Cabanas estaba inspirada en la mitología peruana y tenía un sello vagamente totémico y misterioso.
- Esto mismo que has hecho con el Perú -le indicó Jorge al pintor cuando terminamos de recorrer la exposición-, ¿ por qué no intentas hacerlo con nuestro mundo mágico vasco ?
Cabanas quedó pensativo. Yo diría que, por un momento, la idea de Jorge le fascinó. Pero probablemente, la necesidad de regresar a América le hizo desistir del empeño.
Pues bien, esta es, precisamente, la empresa que ha acometido últimamente Néstor Basterrechea. Aunque puede que la ilusión generativa le viniera de muy atrás, puesto que ya Don José Miguel Barandiarán nos has explicado cómo por los años 53 al 55, primeramente en Aránzazu y después en San Juan de Luz, Basterrechea le manifestaba su profundo interés por adentrarse en las viejas raíces del humanismo vasco y por estudiar todos aquellos símbolos que pudieran emerger de nuestra prehistoria.
Pero, veo que nuevamente divago. Presentía que ello me ocurriría más de una vez a lo largo de las páginas de este libro y por eso me he apresurado a poner en guardia al lector. Perdón, pues, otra vez. En fin de cuentas se trata del clímax oteiciano.
Estábamos en que Jorge nos fue mostrando una a una las esculturas de Basterrechea. Y quiero dejar aquí constancia de que, si alguna vez he lamentado no llevar conmigo el magnetófono, fue precisamente ese día. Porque, de pronto, tras haber ido explicando con palabra inspirada las sugestiones que brotaban de cada obra, en la última de las salas que visitábamos, Oteiza entró, como si dijéramos, "en trance" y nos dio -y creo que se dio a sí mismo- una plática memorable. No supe entonces, ni sabría ahora, definir si "aquello" fue una conferencia, o una lección, o una arenga, o un poema, o un sermón. Puede que tuviese un poco de todo, aunque, a decir verdad, el aspecto deontológico fue el que predominó a lo largo de su predicación. Tras analizar las últimas obras de Néstor, Oteiza se refirió a la importancia del análisis comparado en las artes y en la literatura, señalando el interés que, desde el punto de vista cultural vasco, tendría el establecer un paralelismo entre las figuras que acabábamos de ver y sus respectivos entronques en el campo de la música, de la literatura, de la poesía...
Habló con exaltación durante largo rato, emitiendo mil ideas a cual más originales, atrayentes e inesperadas. Y, de pronto, dirigiéndose a los tres jóvenes estudiantes, les indicó que habían elegido un camino áspero, incómodo y difícil para transitar por la vida. Un camino en el que se conocían muchas penalidades y se ganaba poco dinero.
- Aquí me tenéis a mí -dijo-. Ya lo acabáis de ver : un escultor que llega a viejo y, por no tener, no tiene ni siquiera su propio estudio...
Hizo una breve pausa y en seguida prosiguió con repentina animación.
- Pero habéis acertado, muchachos. Habéis elegido el camino de los privilegiados. El camino de los creadores. Sin embargo, quiero advertiros una cosa : si queréis acertar del todo, si de verdad queréis llegar lejos en vuestras carreras, empezad por amar a los humildes..."

Miguel Pelay Orozco. "Oteiza" (Editorial La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1978).

1 comentario:

Unknown dijo...

Me ha encantado que hayas traído hasta la revista este magnífico pasaje de Pelay Orozco, que en tan breve espacio tanto dice, Pelay, excelente persona y escritor a quien tuvimos la suerte de conocer.
saludos
Julia Otxoa