domingo, 30 de noviembre de 2008

Entrevista

Julia Otxoa, escritora.

"La revolución más necesaria en nuestros días es la de la sensibilidad".





















Julia Otxoa (Donostia, 1953) es una de las imprescindibles de la letras vascas. Publica su primer poemario Composición entre la luz y la sombra en 1978 aunque su obra comprende también narrativa, poesía visual, ilustración, ensayo, pintura, fotografía etc.
Van de la mano en su trayectoria vital, compromiso, ética y estética, conjugándose como únicos estandartes válidos frente al "paisaje de miedo y muerte", frente a la barbarie.


¿ Somos de donde leemos ?

Me gustaría responder que soy del lugar de mis interrogantes. Pero qué duda cabe que nuestras lecturas influyen en nuestra formación intelectual, en nuestra existencia, modifican nuestra mirada, nuestro sentimiento sobre las cosas. Pero realmente si hablamos de donde somos, eso es algo mas complejo, mi sentimiento de pertenencia es un espacio espiritual en el que se interrelacionan, vivencias, geografías físicas y anímicas, equipaje cultural, etc. Considero que tanto mi obra literaria como gráfica es fruto de un equipaje cultural amplio y diverso que se nutre de múltiples fuentes procedentes de la literatura, la filosofía, el arte, la botánica, la historia etc. Sería preciso tener también en cuenta la resonancia que tiene en la obra de una autora o autor haber nacido en una geografía determinada, en un contexto familiar, social,cultural que conformará en cada caso una trayectoria personal diferente.

Porque en definitiva, el equipaje cultural del que surge mi ser, mi obra, no solo lo forman los libros que leo, la música que escucho, los pintores, escultores,fotógrafos que admiro también lo construye mi propia experiencia personal, el tiempo de luces y sombras que me rodea. Todo cuanto percibo forma ese universo vivido del que nace mi obra. Pero sobre todo mi ser lo forman mis preguntas, ese es mi equipaje que va transformándose a lo largo de los años, la brújula de mis búsquedas tanto en mi vida como en la Literatura o en el Arte.

¿ Es el poeta un exiliado perpetuo ?

Sí,la poesía pertenece mas al náufrago que al navegante. Recuerdo aquí la razón poética que propugnaba la filósofa Maria Zambrano , esa que saca a la filosofía del soberbio pedestal en la que parecía tan cómodamente instalada como gran diosa en su análisis del ser. La naturaleza abierta de este modo de pensamiento encarnado en poesia, concibe el ser en su inaprensible esencia de mutabilidad y discontinuidad entre los otros, desde la maravillosa indigencia del saberse nómada de sí mismo, milenario peregrino que balbucea en medio de espejismos. Metafísica poética asumiendo la luz y la noche que somos.

El pensador necesario sería por lo tanto el poeta, ese caminante que alejado de las rutas señalizadas por la costumbre, explora tal vez desnudo a cada instante , otras rutas marginadas , soñadas, sabiendo que todo puede ser cuestionable en su relatividad , porque , ¿Qué es sino interpretación temporal cuanto pensamos y creemos como conocimiento? Todo relativo, excepto esa enamorada, misericordiosa mirada hacia el otro, hacia cuanto existe, imprescindible para la común navegación dentro de este frágil cascarón de la condición humana. Andamio de huesos, humilde cuenco de tierra desde el que pensar el cielo y el corazón de los volcanes. Sí, posiblemente el corazón del poeta arde siempre en el exilio, iluminando la noche.

¿ Hablar de poesía es hablar de mayéutica ?

Sí, pero sin el magisterio socrático que implica la mayéutica entendida desde el concepto de maestro y discípulos que nos ha sido transmitido por la filosofía griega. Es decir la poesía recogería en su misma esencia el mensaje mayéutico pero sin mediar la voluntad de aleccionar, tan solo existiendo en sensibilidad, ya que esencialmente, hablar de poesía es hablar de percepción sensible del mundo, y cuando se da esta circunstancia las preguntas vienen como un modo natural de conocimiento, la sensibilidad, la humanidad hacia cuanto existe, es el motor de nuestra curiosidad, de nuestro conocimiento,de nuestra relación con los demás, de nuestro propio crecimiento existencial.

¿ Vivimos en la Edad de los bárbaros ?

Sinceramente, echando una mirada a la historia de la Humanidad,toda ella me parece haber transitado siempre por la edad de los bárbaros En mi caso personal, un ejemplo, soy hija del bando vencido en la guerra civil española, con mi abuelo materno, Balbino García guarda forestal en la sierra de Urbasa,asesinado en Eulate (Navarra ) el 7 de septiembre de 1936 por un comando franquista por el solo hecho de pensar diferente y recibir “El socialista” un periódico que existía entonces, y arrojado junto con un maestro de un pueblecito cercano a quien también mataron, a una sima de la sierra de Urbasa , sima a la que los pastores solían arrojar el ganado muerto. Guerra Civil en la que también murieron presos en sendos penales dos de los ocho hijos de Balbino, mi abuelo, mis tios, Luis García,anarquista de 20 años,y Clemente García ,republicano de 35. A ninguno de ellos llegué a conocer, sin embargo agradezco a mi familia el que jamás me transmitieran odio alguno por estos brutales acontecimientos , pero si la importancia de mantener viva una memoria de unos hechos por la dignidad de las victimas y la esperanza de que actos de tal barbarie jamás volvieran a ocurrir.

Tras todo esto, me tocó y me sigue tocando como a muchos de nosotros sufrir por el dolor de los otros, en este paisaje de miedo y muerte de la violencia de ETA en el País Vasco,es decir, mi memoria personal habla de una huella constante de barbarie que no ha mermado ni un ápice en mi los sueños de un mundo mejor, más humano.En definitiva, si la crueldad existe en la condición humana también existe en el hombre la capacidad de amar, la capacidad de vivir desde el librepensamiento, el soñar y luchar por la dignidad y la justicia, por un tiempo humanizado por una convivencia de respeto a lo diferente. La edad de los bárbaros continúa pero también es única e insobornable nuestra capacidad de amar y soñar en libertad , de vivir en paz. La literatura,el arte,la cultura en general tiene que ser testigo de su tiempo y eso conlleva la necesidad de no callar ante la gélida huella de la crueldad.

Cernuda, Lorca, Kafka, Zambrano, Chejov, Walser.

Todos ellos, excepto Cernuda permanecen dentro de mi interés actual, y hago la excepción de Cernuda, no porque considere que es un mal poeta, todo lo contrario lo considero un poeta esencial y de una contemporaneidad absoluta, si hago la excepción es porque dentro de mis lecturas actuales son otros los nortes, que en mi caso pasarían por regresar frecuentemente a la lectura de Kafka, Zambrano, Lorca, Chejov, Walser….Ocurre que el interés que experimentamos en determinadas épocas por algunos autores evoluciona con el tiempo, y hay escritores que al igual que un querido y necesario paisaje se regresa y otros a los que no, cumplieron nuestras expectativas de lectura en un tiempo y ahí quedaron.

Kafka, Zambrano, Lorca…etc siguen siendo para mí una rica fuente de evocaciones y de respuestas éticas y estéticas, viejos amigos que acompañan y dan consuelo, esperanza y calor en el camino.

Obama.

Puede ser el necesario cambio que no sólo América también el mundo entero espera, ese imprescindible giro político, social y cultural hacia un pensamiento progresista, que abogue mas por la defensa de los derechos humanos en la relación entre los países y los ciudadanos que por un orden mundial basado en el militarismo y el pensamiento único.



















Antimilitarismo.


Schopenhauer : la contemplación estética nos liberará del dolor.

Más que la contemplación estética yo defiendo la acción estética, en la que vida y obra se confunden y enriquecen en un todo único, en una sola percepción y acción en la que estética y ética son indisolubles.
La sensibilidad, raíz esencial en ese binomio es la que transformará en claridad la adversidad, la que hará evolucionar el dolor en un mayor crecimiento espiritual.

La naturaleza, imprescindible.

Tengo escrito en alguno de mis libros cuyo título no recuerdo ahora este poema:
“Nunca oraba en el interior de los templos, siempre lo hacía fuera, en el paisaje”.
La Naturaleza es la que hace posible la vida, que podamos existir, respirar. Nuestra relación con ella no puede ser otra que filial. A menudo experimento el sentimiento
de lo sagrado observando , caminando en medio de un bosque, junto al mar, bajo las estrellas…Cuando el hombre agrede a la Naturaleza, se olvida de ella en aras de un malentendido “progreso” se adentra en el camino de la autodestrucción. Terminaré como he comenzado con otro de mis poemas:

“También la libélula y la lagartija
como el Quijote o Hamlet
son páginas del libro prodigioso del universo”

¿ Son lo microrrelatos píldoras contra la indiferencia ?

Frecuentemente suelen preguntarme el motivo de mi elección del género breve como forma narrativa para mis relatos, en realidad no fue tanto elección como hallazgo, un buen día descubrí que el poema iba transformándose en otro paisaje en el que aparecían figuras, voces, que tenían historias que contar, el resultado final fue que el poema dio paso a la narración, pero sin abandonar aquellas herramientas de concisión y brevedad propias de las imágenes poéticas.

Me encontré por tanto escribiendo lo que los estudiosos del género denominan microrrelato, sin embargo tengo que decir que no trabajo el texto de un modo sujeto a un género determinado, sino que por el contrario, son las propias necesidades expresivas las que van condicionando la elección de una u otra opción narrativa en la consecución de mi propio deseo como escritora, utilizando el término deseo desde su significado de pasión como motor en el territorio indagatorio.

Por otro lado este tipo de narración me proporciona la posibilidad de un espacio literario abierto, lúdico, en el que utilizar la ironía, el misterio, el juego intelectual, literario y lingüístico, como ingredientes esenciales en la estructura narrativa que me interesa clara y concisa.

Sin embargo, lo sugerido, lo entrevisto, es tan esencial en mis textos como aquello específicamente narrado en ellos. Me atrae especialmente esa otra lectura no lineal que atraviesa la aparente invisibilidad de las cosas, para percibirlas de un modo no marcado por la costumbre. Trato por ello en algunos de mis relatos de descontextualizar circunstancias, textos, unidades simbólicas, formulándolas de un modo diferente en el tiempo de la ficción, en contraposición al ámbito cerrado de los discursos habituales sobre lo real.

Me planteo el ejercicio de escribir como mirada múltiple sobre la propia escritura y lo narrado, la literatura como arte combinatoria de universos simbólicos abiertos a múltiples lecturas e interpretaciones. Como viaje a través de la ficción hacia el ámbito público o privado de nuestro tiempo, a la memoria, a la Historia, al Arte, a la propia realidad del lenguaje como equipaje heredado, susceptible de ser reimaginado y transformado en la narración , en definitiva, concibo la literatura como proyecto móvil, como indagación en el camino de la fragilidad y el enigma prodigioso que somos. El viaje de la creación es para mí un apasionado recorrido por una red de interrogantes y paisajes ficcionales que se entrecruzan en la representación construida sobre un entramado de alegorías .
Que duda cabe que el microrrelato es un género, que aunque aparentemente dada su brevedad formal pueda parecer de fácil lectura, resulta todo lo contrario, este tipo de historias suelen requerir frecuentmente dos o mas relecturas, dado que es un género en el que lo sugerido, lo entrevisto es tan esencial como lo mostrado, y a menudo suele implicar al lector mas activamente que otra clase de géneros. Bien podría decirse, que sí, que el microrrelato es un detonador para la atención activa del lector, un antídoto contra la indiferencia .

¿ A qué autores leía cuando era adolescente ?

Si la memoria no me falla podría nombrar algunos, seguro que no a todos, pero de los que todavía recuerdo: Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Antonio Machado, Fedor Dostoyevsky, Vladimir Mayakovsky, Simone de Beauvoir, Albert Camus ( éste último todavía sigue leyendo, y sigue siendo para mí de absoluta actualidad) , seguro que habría más, pero al menos son éstos los que recuerdo con mas viveza.


¿ Qué elementos debe tener un microrrelato ?

Concisión, brevedad, juego, misterio…Creo que lo he explicado en una respuesta anterior

La poesía visual.

En la panorámica del Arte Actual no hay una definición concreta para la Poesía Visual, experimental etc , ya que ésta puede participar a un mismo tiempo de múltiples disciplinas artísticas interrelacionadas , en un poema experimental puede haber fotografía, pintura, letrismo, música etc , puede ser incluso una pequeña instalación, un video etc, la definición actual de poesía experimental seria la “no definición”, un campo de investigación y expresión transfronterizo, un laboratorio abierto a ilimitadas intervenciones y expresiones estéticas. Como creadora no creo demasiado en las definiciones cerradas de los géneros literarios o artísiticos, me interesa esencialmente la calidad de su resultado final , las posibilidades combinatorias en sus estructuras formales , la diversidad de puntos de miras sobre las cosas abierta a todas las preguntas, a todas las investigaciones, a todos los caminos.












Academia

Desde que los egipcios comenzaron con sus epigramas los primeros poemas experimentales de la Humanidad, la poesía experimental ha evolucionado rápidamente, hoy se trata de que realidad objetual de siglo XXI responda a las inquietudes y a las interrograntes de los artistas contemporáneos. Considero que esa es la función de toda Estética, sea cual sea su herramienta de expresión formal, responder a las propias preguntas del autor y por ende a las interrogaciones y necesidades de su tiempo.

Por otro lado mi trabajo como escritora siempre ha ido paralelo al de mi investigación dentro de mi obra gráfica : dibujos, collages, ilustraciones, poesía experimental, objetos.

















Gato maniquí (ilustración infantil).



Digamos por tanto que tanto mi obra literaria poemas, relatos, ensayo, etc como mi obra gráfica participan de la misma raíz de búsqueda dentro de mi proyecto creativo. Únicamente que dentro de ese proceso formal y conceptual hay momentos en que la expresión precisa ser escrita y otras veces plasmarse mediante el color, la imagen, el grafismo o el objeto poético tridimensional o bidimensional , pero todo pertenece a la misma interrogación intelectual y personal.

Para terminar y antes de pasar a las imágenes de mis poemas visuales, decir que dentro del amplio universo de manifestaciones artísticas que me interesan dentro del campo de la poesía visual , estarían el constructivismo ruso en todas sus vertientes, el dadaísmo, el surrealismo, el expresionismo, el minimalismo dentro de la multiplicidad de resoluciones conceptuales, las performances, las instalaciones, los poemas objetos ( ,Duchamps, Joan Brossa etc. ) es decir, la poesía experimental en todas sus manifestaciones que en nuestros días son prácticamente ilimitadas como conjunto de disciplinas estéticas interrelacionadas.

En el siglo XIX se produce una laicización de la enseñanza; ¿ es necesario un siguiente paso : potenciar la sensibilidad ?

Yo diría que es el paso imprescindible la educación en sensibilidad, de la percepción en sensibilidad surgirá luego la acción estética, humana. La revolución mas necesaria en nuestros días es la de la sensibilidad. Sin sensibilidad no hay persona, no hay convivencia, no hay futuro.

¿ En qué proyectos trabaja actualmente ?

Concluyo un libro de poesía visual que recoge mi trabajo en estos últimos 15 años y que se publicará en el 2009. Espero la traducción al árabe de mi libro de relatos “Un extraño envío” por parte del departamento de filología de la Universidad de Casablanca en Marruecos, y que se publicará también en el 2009, y tengo pendiente de selección una abultada carpeta con relatos de estos últimos años, para su posible publicación en un futuro…y en la escritura de un par de relatos en clave irónica, uno sobre el mundo de los museos y el otro sobre la ontología de los términos bursátiles.

Poéticas


ODISEICA (casi hegeliana)

ULISES
posando verbalmente en un momento de duda

Yo, Ulises, que paseo a solas
por las playas feacias, me pregunto:
“¿Para qué sirve Ulises?”.

Ulises sirve para contar historias
a Nausícaa, que muy agradecida
le vistió ricamente, porque llegó desnudo.
Ulises es antiguo:
vive en un mundo ingenuo que confunde
saberes con lenguaje, realidades
con signos. Sólo así se explica
que los demás le crean, y le cambien
las palabras por cosas. Sin embargo,
él es más astuto, él es el único
que pudo atravesar indemne
los cantos de sirenas
(pues no son de verdad: así de fácil).
Pero ahora Ulises, mercader de cuentos
que acaba de venderlos todos
(no ya por una ropa: es una ropa
de semidiós, es el prestigio),
ahora se pregunta: “¿Adónde?”.
Tras Ítaca (esa excusa tan larga y diferida),
¿qué queda para Ulises?

Ulises al final llevará un remo
al centro de la tierra para seguir contando
donde no lo conozcan,
donde haya Nausícaas que aún confundan
un viejo caminante con un héroe de Troya,
un remo con el mar (por ignorancia
o por juego: claro que no es lo mismo, pero
tendrá que dar igual).
Son cosas que Penélope no entiende.

Yo, Ulises, que tiendo mi mirada
por los lomos equinos de las olas
(mientras finjo que ignoro si piso arena, oro,
agujas, alquitranes o condones),
me digo: “Oh, Ulises, vivir
no es necesario. Sólo es necesario
fabular”.



Ana Mourier. Libro de los Pájaros, Col. de Pliegos de Poesía “Siete Mares” (Cádiz, Diputación), 2006, nº 2

Ars

EXPOSICIÓN











Exposición de pintura del artista Urko Ugarte en el Centro Cultural Lugaritz (Barrio del Antiguo), Donostia.

Del 7 de enero al 31 de enero.


EXPOSICIÓN

Exposición 12 x 12. Pasai San Pedro. Obras de pequeño formato. Participan : Ricardo Iriarte, Xabier Bastarrika, Maite Sagarzazu, Morella Muñoz-Tébar, Urko Ugarte,....

Del 12 de diciembre al 7 de enero en Pasai San Pedro. Después pasará por Hendaya y Huarte.


EXPOSICIÓN






















El ilustrador alemán Quint Buchholz (Stolberg, 1957) expone obras pertenecientes a su libro El coleccionista de momentos.

Del 1 de octubre al 31 de mayo en la Biblioteca Central (Donostia).

Multa paucis



El maestro.

A P.M., que me contó esta historia.

Cerró la puerta de casa de un tirón. Luego bajó en el ascensor, cruzó el zaguán y, poniendo un pie en la calle, pensó: «¿Cómo será, Dios mío, cómo será?» Se puso el abrigo y empezó a caminar apresuradamente; cruzaba los pasos de peatones sin mirar, como un sonámbulo, y repetía todo el tiempo: «¿Cómo será, Dios mío, cómo será?»
Al llegar a una esquina giró a la derecha y a continuación enfiló una callejuela. Quería evitar la puerta del café al que acudía a diario. Imaginó que allí estarían sus conocidos, abotargados, borrosos tras el humo del cigarro. «¿Adónde vas con tanta prisa, Luis?», preguntarían. Mientras avanzaba, sintió que perdería un tiempo precioso explicándoles lo que llevaba entre manos.
Siguió andando a buen ritmo, sin alzar la vista del suelo más que para mirar su reloj, y pronto alcanzó el bulevar de plataneras. Sólo entonces, al sentir el aire cálido en sus sienes plateadas, se apeó de su obsesión pensando que no tardaría en llegar la primavera.
Finalmente arribó a su destino. Nunca había tardado tan poco. Aquello le animó: pensó que aún estaba en forma. Llamó al interfono con energía e inmediatamente le abrieron. Entró al inmueble, que era inmenso y oscuro, y en la fresca penumbra del rellano sintió frío. Aunque traía el abrigo en la mano desde la mitad del camino, notaba toda la espalda transpirada. Entonces, sorprendido, vio que el ascensor se encontraba averiado y se resignó a subir los nueve pisos a pie.
Tenía tantas ganas de llegar que subió las escaleras de una vez. Cuando alcanzó el taller las gotas de sudor le caían por la cara como si acabara de salir de la ducha. Necesitó un par de minutos para retomar el aliento y poder hablar. Mientras tanto, Juan le esperaba con la puerta abierta.
–Entra —dijo—. Después, di sinceramente qué te parece.
La pieza estaba en el centro del taller, sobre un pedestal, en la semioscuridad de la habitación. Se hallaba tapada misteriosamente con una sábana y todo a su alrededor parecía cubierto de un polvillo marrón salpicado con pepitas del mismo color.
-¿A qué esperas? —dijo Luis con impaciencia—. Vamos, destápala.
Juan levantó la persiana y la luz entró a raudales por el ventanal. Luego se acercó a la pieza y pellizcó la tela con la punta de los dedos.
—Aquí la tienes —dijo.
Luis tardó varios segundos en reaccionar. Se acercó. Dio varias vueltas en torno a la obra como un galgo rodeando una presa recién abatida. Mantenía los ojos achinados y casi la rozaba con la punta de su nariz corva.
—Es perfecta —exclamó al fin; y a la vez que decía esto vio que Juan se relajaba desinflándose como un globo.
—Ahora sólo falta el toque del maestro —dijo Juan.
En efecto, se podía decir que era una verdadera obra de arte, con el mérito añadido de ser la primera escultura de un pintor. Luis no podía dejar de observarla: «Ése soy yo», se decía, divertido, «Ése soy yo». Bromeando, la imaginó con sus gafas de miope, con un sombrero, con su gorra de pasear. Se figuró que de tan realista podría empezar a hablar en cualquier momento. No veía qué podía faltarle.
Pero Juan insistía en que necesitaba el toque final. Para conseguirlo tenían que bajar la pieza hasta el garaje y llevarla en coche a la casa del maestro.
Al principio intentaron sacarla entre los dos, sosteniendo cada uno por un extremo; pero pronto vieron que podrían lastimarla. Entonces decidieron que la bajarían por turnos. Al hacerlo comprobaron que la obra pesaba más de lo imaginado. Fue Juan, el más fuerte de los dos, quien logró sacarla hasta el descansillo mientras Luis mantenía la puerta abierta. Ignoraban que ahora venía lo más difícil.
El descenso de los nueve pisos fue penoso. Debieron turnarse infinitas veces para transportar la pieza. Tardaron más de una hora en descender las nueve plantas y la obra estuvo a punto de despeñarse escaleras abajo en varias ocasiones. Al llegar al garaje tenían la espalda dolorida y los brazos entumecidos, rígidos como garrotes. Habían afrontado el descenso con optimismo, pero ahora no sería fácil decir quién traía peor humor.




Salieron del garaje. Tomaron la carretera y circularon sin sobresaltos hasta las afueras de la ciudad. Venían algo más calmados, sintiendo el airecillo tibio, cuando, de repente, todo estuvo a punto de irse al traste. Mientras avanzaban por una avenida, otro vehículo cambió de carril invadiendo el que ellos ocupaban. Sin dar intermitente, abandonó la calzada principal para tomar una salida a mano derecha. «¡Frena!», gritó Luis, y viendo que no detenía el coche dio otro alarido que sonó como un balazo: «¡Para!». Juan pisó el freno a fondo y los dos automóviles evitaron el impacto por unos centímetros.
La pieza, por suerte, estaba intacta.
Cuando llegaron aún no se habían repuesto del susto. Abrió la puerta un ayudante del maestro, quien les invitó a pasar al salón. Allí, indicó que esperaran: «No tardará en llegar». Sentados en un sofá observaron las paredes y estanterías repletas de condecoraciones y fotografías del maestro con personajes ilustres. Sus esculturas poblaban todos los rincones de la sala. La habitación, pensaron con desagrado, era lo El maestro llegó pronto. Apareció caminando muy despacio, con un guardapolvo de hule y restos de arcilla por los antebrazos. Tenía el pelo cano y el rostro arrugado. Cuando les saludó notaron sus manos pequeñas y su piel fina, como de mujer. Había sido avisado de la visita con antelación, pero parecía estar de mal humor, como si acabaran de interrumpir su trabajo.
–Dígame qué le parece –dijo Juan, sin poder aguantar un segundo más, mientras hacía el ademán de levantar la sábana.
–Aquí no –atajó el maestro–. Mejor vamos al taller.
Avanzaron por un pasillo hasta llegar al taller. Cuando se abrió la puerta les impresionó ver el caos que reinaba en él. El lugar apestaba a una mezcla de arcilla y resina y las gubias, cinceles, martillos y otras mil herramientas que yacían por el suelo daban la sensación de que por allí acababa de pasar un huracán. Por todas partes había esbozos de figuras así como imágenes amorfas, algunas de ellas descabezadas.
El maestro apartó unos trastos con el pie y señaló un pedestal.
—Ponedla aquí sin la sábana —dijo.
Los amigos obedecieron inmediatamente.
Al verla, el maestro permaneció unos segundos en silencio, sin pestañear. Miró la parte posterior unos instantes. Después escrutó los laterales y tanteó el volumen por los costados, palpando con las yemas de los dedos. Tras limpiarse en el guardapolvo giró la figura y se separó para observarla con más perspectiva. Hasta el momento no realizaba correcciones. Sólo interrumpía su silencio con breves gruñidos, de los que no se desprendía valoración alguna. Entretanto, Luis y Juan le miraban atónitos, sin atreverse a pronunciar una palabra.
Lo inesperado llegó al examinar la parte anterior, la más importante. Para sorpresa de los dos amigos, el maestro desgarró la oreja izquierda y la aplastó violentamente sobre la cabeza.
—Está mal —dijo.
A continuación hizo lo mismo con la otra oreja, solo que esta vez esclafó el barro con más fuerza.
—Mal —insistió—. Está mal.
Luis y Juan se miraron perplejos, sin saber qué hacer. Al mismo tiempo, el maestro comenzó a dar vueltas por la estancia requiriendo su escoba.
—¿Dónde estás, maldita? —repetía en voz alta.
Miró en los armarios, por debajo de las mesas y entre los infinitos trastos arramblados por la habitación.
—¿Dónde estás, maldita?
«¿Para qué demonios querrá la escoba?», se preguntaron.
La respuesta no se hizo esperar. El maestro encontró la escoba detrás de la puerta. Sin apartar la vista de la figura la blandió firme con ambas manos. Entonces se acercó y le descerrajó un golpe que hendió la cabeza en dos mitades limpias, como un cuchillo tajando un limón.
Los amigos se quedaron paralizados.
—Pero ¿qué hace? —exclamaron.
El maestro no respondió. Siguió ensañándose con la figura, propinándole unas sacudidas eléctricas, brutales, que dolían a los amigos como si ellos mismos recibieran los golpes.
En ese momento, alertado por el ruido, entró en la habitación el ayudante del maestro.
—¿Qué es este alboroto? —preguntó.
Al oírle, el maestro detuvo su arranque de ira. Se giró escoba en mano y le miró con expresión de lunático.
—Una provocación —contestó—. Es una provocación .


Gonzalo Gómez Montoro.

Ilustraciones de Urko Ugarte.

Fragmenteando


"...Cuando íbamos a penetrar en el interior del caserío donde se hallaban las esculturas y pinturas de Basterrechea, se nos acercó un viejo baserritarra . Oteiza le saludó en euskera, con efusión. El hombre dio unas cuantas precisiones sobre el tiempo y las cosechas, con ese tono pesimista que gustan de emplear nuestros campesinos, y después se alejó, danba, danba, hacia una huerta cercana.
Una vez dentro del caserío-estudio, Oteiza nos fue mostrando todas las esculturas de Basterrechea, comentándolas de una en una, detenidamente. Hablaba con entusiamo de la última evolución de este gran artista, que le ha llevado a su actual etapa cosmogónica.
Por cierto que, en compañía del propio Oteiza, visité hace ya unos años, aquí en San Sebastián, una exposición del pintor guipuzcoano Cabanas Erausquin, la primera que hacía tras su prolongado período americano. Recuerdo que toda la obra que traía Cabanas estaba inspirada en la mitología peruana y tenía un sello vagamente totémico y misterioso.
- Esto mismo que has hecho con el Perú -le indicó Jorge al pintor cuando terminamos de recorrer la exposición-, ¿ por qué no intentas hacerlo con nuestro mundo mágico vasco ?
Cabanas quedó pensativo. Yo diría que, por un momento, la idea de Jorge le fascinó. Pero probablemente, la necesidad de regresar a América le hizo desistir del empeño.
Pues bien, esta es, precisamente, la empresa que ha acometido últimamente Néstor Basterrechea. Aunque puede que la ilusión generativa le viniera de muy atrás, puesto que ya Don José Miguel Barandiarán nos has explicado cómo por los años 53 al 55, primeramente en Aránzazu y después en San Juan de Luz, Basterrechea le manifestaba su profundo interés por adentrarse en las viejas raíces del humanismo vasco y por estudiar todos aquellos símbolos que pudieran emerger de nuestra prehistoria.
Pero, veo que nuevamente divago. Presentía que ello me ocurriría más de una vez a lo largo de las páginas de este libro y por eso me he apresurado a poner en guardia al lector. Perdón, pues, otra vez. En fin de cuentas se trata del clímax oteiciano.
Estábamos en que Jorge nos fue mostrando una a una las esculturas de Basterrechea. Y quiero dejar aquí constancia de que, si alguna vez he lamentado no llevar conmigo el magnetófono, fue precisamente ese día. Porque, de pronto, tras haber ido explicando con palabra inspirada las sugestiones que brotaban de cada obra, en la última de las salas que visitábamos, Oteiza entró, como si dijéramos, "en trance" y nos dio -y creo que se dio a sí mismo- una plática memorable. No supe entonces, ni sabría ahora, definir si "aquello" fue una conferencia, o una lección, o una arenga, o un poema, o un sermón. Puede que tuviese un poco de todo, aunque, a decir verdad, el aspecto deontológico fue el que predominó a lo largo de su predicación. Tras analizar las últimas obras de Néstor, Oteiza se refirió a la importancia del análisis comparado en las artes y en la literatura, señalando el interés que, desde el punto de vista cultural vasco, tendría el establecer un paralelismo entre las figuras que acabábamos de ver y sus respectivos entronques en el campo de la música, de la literatura, de la poesía...
Habló con exaltación durante largo rato, emitiendo mil ideas a cual más originales, atrayentes e inesperadas. Y, de pronto, dirigiéndose a los tres jóvenes estudiantes, les indicó que habían elegido un camino áspero, incómodo y difícil para transitar por la vida. Un camino en el que se conocían muchas penalidades y se ganaba poco dinero.
- Aquí me tenéis a mí -dijo-. Ya lo acabáis de ver : un escultor que llega a viejo y, por no tener, no tiene ni siquiera su propio estudio...
Hizo una breve pausa y en seguida prosiguió con repentina animación.
- Pero habéis acertado, muchachos. Habéis elegido el camino de los privilegiados. El camino de los creadores. Sin embargo, quiero advertiros una cosa : si queréis acertar del todo, si de verdad queréis llegar lejos en vuestras carreras, empezad por amar a los humildes..."

Miguel Pelay Orozco. "Oteiza" (Editorial La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1978).

Cajón de duendes















Fotografía de Urko Ugarte.

Liber-bri





Poesía. Patti Smith. Selección de Benjamín Prado. Traducción : Eli Tolaretxipi. Bassarai, 2008.








Elegías romanas. Johann Wolfgang von Goethe. Versión de Jesús Munárriz. Hiperion, 2008.










Que. Blanca Calparsoro. Torremozas, 2008.